viernes, 28 de octubre de 2011

Sobre Arritmia




En realidad bien podría firmar el auspicioso y preciso comentario que Enrique Verástegui escribió en la contratapa y retirarme levitando a mi ermita psicodélica, pero acepté sentarme aquí a comentar una obra que no requiere mayores explicaciones porque merece felicitaciones y una presentación en sociedad como todo trastorno en el ritmo cardíaco que alumbre una canción.
Con la venia de los presentes y previa advertencia leeré las reflexiones sueltas que me suscitaron los poemas. No haré una crítica literaria ahora o nunca; estudié cine, como Franco, y diré lo que veo, siento y percibo. Desde esa condición entiendo su lenguaje, su forma de hilar sin puntos tiempos e imágenes. Aprovecho para manifestar mi profunda empatía hacia quien asume ser poeta y cineasta, que en nuestra realidad implica dos vacas flacas y 14 ángeles persiguiéndote por jugar a ser dios las 24 horas del día. 

“Uno comienza poeta y termina muerto bajo la luz de la televisión”.  Este verso misterioso sintetiza de alguna forma el carácter híbrido del sujeto enunciador (¿yo dije eso?) y abre la película con una escena de crimen: la de un poeta asesinado por un poeta alumbrado por lo que Vico C llamaría una luz moderna, la de la caja boba, la fuente videodrome, el poema poltergeist, una pantalla menos maligna que la computadora que nos quita la capacidad de atención y reflexión necesarias para leer y pensar. 
El video mató a las estrellas de radio. ¿Algún lenguaje podrá acabar con el poema? La respuesta es ¡NOOOOOOOO! Porque el poema es imagen pura, la metáfora es la imagen pura. Si vivimos en una Cultura de la Imagen no podemos ignorar que un buen poema debe ser una máquina inagotable de imágenes en movimiento gracias al principio activo de tu cerebro. El poeta de hoy y mañana mantiene viva la opción de conectar con el voraz consumidor visual contemporáneo siendo 3D en cada pantalla plana que digitan sus dedos. Y aquí encadeno a unas declaraciones del maestro Raúl Ruiz (cineasta):
“Estamos haciendo en cine algo parecido a lo que se llama, podríamos decir, el pensamiento funcionando. (…) Esa manera perpendicular de ligar las imágenes y atacar el texto, creo yo, es la máxima aspiración que puede tener el cine, tratar de entrar en la cabeza de alguien que está pensando, de manera visual. El pensamiento es visual en la mayoría de los casos, y en menos del 20% de los casos es auditivo. Pero siempre está el pensamiento creador, especialmente en conflicto, que es lo que se llama el lenguaje egocéntrico, que es cuando uno cree que está pensando y en realidad estamos monologando con nosotros mismos, eso se llama lenguaje egocéntrico. No está pensando, los pensamientos son rapidísimos, atacan el lenguaje, pasan de un lado para otro, se ligan, y el cine puede reproducir eso.Digo lo anterior porque se sabe que algunos escritores (Joyce, por ejemplo, pero muchos poetas también) tratan de dar la impresión de pensamiento, del movimiento del pensamiento, del flujo del pensamiento, usando muchas palabras, combinándolas, haciendo asociaciones y cosas de ese tipo. La imagen hace eso, el cine puede hacer eso siguiendo más o menos el modo de articulación del pensamiento visual.”
Bueno, para los que entendieron, yo siento que Franco hace eso. Sus ojos son faros donde el mundo está compuesto de escenas y cuadros, como una cámara de seguridad sonriendo cuando la miras. Va por la vida desarmado como hay que ir, con sensaciones reales transformadas en flujos, las tramas son emocionales, la hoja de papel puede ser su terapeuta y hasta logra ser mente en blanco en algún verso. Tiene predisposición a encerrarse en el pecho, la casa, el corazón y tendencia a la evocación que genera luz parásita, como un niño suspendido colgado en el retrovisor. Por momentos todo es pasado, el presente fantasma cobra vida al ser una imagen evocada por un veterano de infancia que contempla la disolvencia de un mundo de códigos que desaparecen pero están en nuestra mente y no pueden perderse así nuestra casa sea demolida por una inmobiliaria y los huesos de nuestros perros florezcan entre escombros. 

¿Han escuchado la expresión puro y sincero? Es una expresión popular pero en el fondo es raro, puro y sincero es inusual, un pájaro dodo, taquicardia de existir y en pocas palabras lo que más me gusta de este libro.



Texto escrito para la presentación del libro de poemas Arritmia de Franco Finocchiaro. Centro Cultural La Noche, Barranco. Octubre 2011.

2 comentarios:

ELILUC dijo...

Privilegio ha tenido Franco Finocchiaro por contar con este explicito analisis de su obra.
Felicidades a ambos.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Tebeos, Teveo, y nosotros.

Lana